domingo, 2 de diciembre de 2007

Queremos firmar la paz con Álvaro Uribe, dice 'Gabino', máximo jefe del Eln


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Nicolás Rodríguez Bautista, alias 'Gabino'.

El guerrillero, que desde hacía años no se dejaba ver, aceptó hablar y dijo esperar que el acuerdo base para arrancar una negociación quede sellado con las firmas del Presidente y la suya.

'Gabino', cuyo verdadero nombre es Nicolás Rodríguez Bautista, hace la afirmación sin ambages.

"Pero en este momento -agrega-, para entrar en el cese de hostilidades, no nos localizamos, ni nos identificamos. Así se lo hemos hecho saber al Presidente. En esos dos puntos no cedemos, en los otros temas estamos dispuestos a buscar acuerdos".

La vida de 'Gabino' corre paralela a la de 'Manuel Marulanda', 'Tirofijo', comandante general de las Farc. Hace 43 años fundaron las dos guerrillas que persisten con infinita testarudez en Colombia. Aunque, para esa época, 'Tirofijo' tenía 34 años y 'Gabino', 14.

Nunca se han encontrado, pero cada uno ha tenido el ojo puesto en las acciones del otro. Los dos estaban invitados por el presidente Hugo Chávez al Palacio de Miraflores para hablar de paz, pero acudió 'Gabino'. Solo una vez había salido del monte para participar en algún intento de negociación. Fue en el 2000, para reunirse con el ex comisionado de Paz Camilo Gómez en La Habana (Cuba).

"Hay otro ambiente en América Latina, estoy entusiasmado con la posibilidad de firmar una paz digna, por eso me arriesgué a venir", me dijo. Estábamos en una casa de seguridad facilitada por el gobierno de Venezuela. Lejos del bullicio del centro de Caracas, en una zona campestre, dentro una edificación de fachada en piedra, con un vitral inmenso como puerta, con espaciosos salones de reuniones y grandes habitaciones para alojar habitantes transitorios. Ni un toque personal, nada que delate el arraigo familiar de alguien en el sitio.

Era 20 de Noviembre, no había terminado la mediación de Chávez y se respiraba un ambiente optimista.

Hacía 18 años no nos veíamos. Desde cuando nos despedimos en un campamento del sur de Bolívar, después del segundo congreso del Eln. Quizás nos dimos cuenta, en aquella despedida, de que difícilmente nos volveríamos a ver. El evento había terminado en una agria discusión en la que encabezábamos posiciones antípodas. Pero el destino es indescifrable y estábamos de nuevo frente a frente.

Nuestras vidas han seguido rumbos muy distintos. Él ha persistido en la confrontación armada tras la ilusión de un cambio radical del Estado. Yo he dedicado estos años al difícil oficio de opinar y escribir sobre un país en guerra, animado por el vago sueño de un país en paz.

Veo que mantiene intacta la sonrisa, aunque su rostro acusa la huella de mil dolores causados y sufridos. Es un hombre menudo y está ahora más flaco que en los tiempos en que anduvimos juntos. Recuerdo entonces que a su padre le decían 'El Comején' por lo pequeño y ágil, y pienso que esta es, quizás, una condición de los más tenaces guerreros. Le digo que quiero hacerle muchas preguntas, algunas incómodas, y me responde: adelante.

'Preferimos cocinar piedras'

Entramos en el espinoso tema del narcotráfico y acude a una alegoría impecable: "preferimos cocinar piedras", para señalar que no se han metido ni se meterán en el procesamiento y tráfico de drogas. Le planteo que es una acusación cada vez más insistente del Gobierno y una sospecha reiterada en sectores de la opinión, y explica que están en muchas zonas saturadas de coca cultivadas por humildes campesinos. Allí les cobran "impuestos" a los comerciantes que entran para comprar la hoja y producir la base de coca. "No podemos cerrar los ojos ante la realidad que viven las regiones y los labriegos pobres, pero nadie puede atestiguar que han cogido siquiera a un combatiente del Eln con un gramo de Cocaína", dice.

Fue un punto bastante discutido en el congreso que tuvo esta guerrilla en julio del 2006, y por la vehemencia con que defienden su no participación en el negocio de las drogas se nota que quieren enviarle un mensaje a Estados Unidos y protegerse de la extradición.

Ya les había oído decir a otros jefes del Eln que su decisión de mantenerse a distancia de la cocaína apuntaba a conservar autoridad moral para meter este tema en la mesa de negociaciones, buscar salidas para los campesinos cocaleros y empezar a discutir estrategias para superar el narcotráfico que está en el corazón del conflicto colombiano.

Están convencidos de que el fracaso de las negociaciones con los paramilitares proviene de no haber abordado con franqueza el tráfico de drogas ilícitas. Sentí que 'Gabino' no ignoraba la gran dificultad que tendría el Eln para que le creyeran su deslinde con el narcotráfico, y para que le concedieran discutir en la mesa de conversaciones este grave problema del país, que está atada con hierro a la agenda con Estados Unidos.

En pie con las liberaciones

Aproveché la cercanía de la Navidad para decirle que un regalo imponderable para Colombia en este final de año sería la liberación de secuestrados. Que la imagen del encuentro de los liberados con sus familias atraería mayor apoyo internacional y nacional a las negociaciones.

Me di cuenta de que el Eln había pensado que la promesa de liberar a los secuestrados, hecha por 'Pablo Beltrán' en los primeros meses del año, en el marco de un acuerdo bilateral de cese de hostilidades, desataría una actitud más flexible del presidente Uribe y del Alto Comisionado frente a la verificación del cese y en los otros puntos del acuerdo.

Se sorprendieron cuando no encontraron una atención especial del Gobierno en este tema. Ahora, dice 'Gabino', mantienen la propuesta de entregar a "los retenidos", como los llaman, una vez se produzca el acuerdo. Nada de gestos unilaterales. Tiene además la esperanza de que los presos del Eln reciban también beneficios.

Se nota que el Eln recibe a diario gritos y reclamos de las organizaciones no gubernamentales, de la comunidad internacional y de los familiares por estas acciones dolorosas. Empieza a percibir que arrastra un lastre enorme y por eso 'Gabino' hace un esfuerzo para explicar la ligazón entre la libertad de los secuestrados y el acuerdo base.

No logro comprender. Como tampoco pude entender por qué el Gobierno no le cogió la caña a 'Pablo Beltrán' a principios del año y desplegó toda su imaginación para agilizar el tal acuerdo base.

No imaginaba que la idea de reforma política suscitara tanta preocupación en el jefe del Eln. A lo largo de la conversación se refirió a la necesidad de reformas para fortalecer la democracia local, para atacar el clientelismo, para modificar el obsoleto régimen electoral, para impulsar la pedagogía política, para lograr una mayor participación de la "masa", para forjar un régimen incluyente.

Ve allí la posibilidad de un verdadero ascenso de las fuerzas de izquierda. Aspira a que la Convención Nacional de la que habla el borrador de acuerdo base que han discutido con el Gobierno, se convierta en el escenario para discutir los aspectos de la reforma política. Quiere hacerle seguimiento a las discusiones que se hacen en el país en torno al tema y debatir con expertos puntos concretos de las reformas.

Entusiasmo por nuevos alcaldes

Atrás parece haber quedado la tradicional posición abstencionista de esta guerrilla. 'Gabino' habla con especial entusiasmo de los gobernantes locales independientes o de izquierda elegidos en la pasada campaña. Tanto él como 'Antonio García' ven un arco de fuerzas comprometidas con el cambio, mucho más amplio que el aceptado por el Polo Democrático Alternativo, lo cual no deja de ser irónico.

En ese campo incluyen a los alcaldes de Bogotá, Medellín y Cali, también los de Bucaramanga, Cartagena, Cúcuta, Valledupar y Florencia, y citan más. Varios gobernadores, entre ellos los de Nariño, Santander y Atlántico.

"Antes era impensable que en grandes ciudades y departamentos ganaran las fuerzas de izquierda o con pensamientos críticos. Esto es nuevo", dice 'Gabino' y enlaza esto con lo que está ocurriendo en otros países del continente.

Aun así no se le ve un especial afán por dar el salto a la vida política, por dejar muy pronto las armas y vincularse activamente a este conjunto de fuerzas que consideran de avanzada. Ahí se palpa el peso que tiene la inercia infame de una larga confrontación.

Piensa en un proceso lento en el que hay primero un cese del fuego y hostilidades experimental, en medio del cual se generan condiciones para pasar a la fase de negociación de un acuerdo final.

El calificativo para el presidente Uribe es duro y trillado: "Es el más genuino representante de la oligarquía retardataria". Pero le suena interesante que él, Nicolás Rodríguez Bautista, y el presidente Álvaro Uribe pudieran pronto firmar el acuerdo base que dé paso al cese de fuegos y a la liberación de los secuestrados. "Eso le daría mucha respetabilidad al acuerdo", dice.

Piensa que ha llegado la hora de las definiciones, que no se puede hablar y hablar sin llegar a acuerdos concretos. Contrario a lo que han sido las discusiones en estos dos años en la mesa de exploración, habla de hacer un texto donde estén las líneas gruesas, una especie de matriz donde se delinee el rumbo hacia la paz, no dispersarse en minucias.

Ese es el objetivo de la reunión que se pactó entre el comisionado Luis Carlos Restrepo y 'Antonio García' para entre el 15 y el 20 de Diciembre, que debía realizarse en Caracas y ahora es incierta.

'Gabino' no considera válido el argumento de que no es posible verificar un acuerdo del cese de hostilidades sin la localización y la identificación de la guerrilla. "La Fuerza Pública sabe con exactitud la ubicación del Eln, todas las zonas están militarizadas y en conflicto permanente, no hay mayores secretos. La fuerza y las actividades se pueden reportar ante comisiones de verificación. Todos los compromisos se pueden verificar si hay voluntad y el Eln la tiene. El que pretenda hacer trampa será fácilmente descubierto. En esto deben jugar un papel importante los países que han acompañado el proceso. Es la oportunidad para darle un lugar preponderante a la comunidad internacional", afirma.

Cuentos que el país no sabe

No es cierto que los restos de Camilo Torres hayan sido entregados a la familia y el 'Cura Pérez' no murió en Cuba, sino en un campamento del Eln. La conversación deriva en repetidas oportunidades hacia historias escondidas y relatos personales en esa larga y trágica trayectoria de confrontaciones y búsquedas.

'Gabino' me cuenta que se molestó mucho cuando el general Álvaro Valencia Tovar soltó la historia de que había entregado los restos de Camilo Torres a su hermano. No cree para nada en la versión. Ha tenido algún contacto con familiares y nunca aceptaron este hecho. "Lo tienen los militares - dice-, y tendrá que ser parte de las aclaraciones en el proceso de verdad, justicia y reparación".

Es evidente que 'Gabino' quiere hacer valer su condición de sobreviviente de aquel mítico combate en el que murió Camilo, y no puede ocultar que la sola mención revive trágicos recuerdos y despierta sensibilidades insospechadas en un hombre acerado por la violencia.

Tampoco ahorra tristeza cuando menciona al padre Pérez. Su salud se deterioró de una manera inesperada, había estado en Cuba, donde le diagnosticaron hepatitis C, pero a su regreso a las montañas del país estaba aún entero y especialmente activo. Dejó de verlo unos días y lo encontró con el doloroso rictus de la muerte pintado en el rostro.

Por segunda vez le tocaba asumir el mando de una guerrilla en dificultades. Había pasado mucho tiempo desde cuando reemplazó a Fabio Vásquez, que se había fugado a Cuba en medio de la debacle que significó la derrota de Anorí, en 1973. En aquellos años sostuvo la caña hasta que el ascenso de las guerrillas, a mediados de los 80, volvió a poner en primer plano al Eln. Ahora le correspondió una tarea amable, pero a la vez difícil: encontrar una salida política para una organización que ha perdido el ímpetu de la guerra, pero no encuentra aún un camino cierto hacia la paz.

La consagración para esta segunda misión le llegó por un extraño acto de nostalgia de Fabio Vásquez. Se encontraron en un café de La Habana, y el otrora primer mando, ya viejo y achacoso, se puso firme y desplegó una ceremonia que quizás hizo reír a los contertulios, pero conmovió, sin duda, a 'Gabino'.

Para rematar las nostalgias, a este le dio por evocar los tres años en que día tras día asistió a la escuela primaria en compañía de 'Martín Caballero', el jefe guerrillero de las Farc abatido por el ejército en los Montes de María. Los padres de ambos habían vivido los avatares de la violencia que azotó a zonas de San Vicente de Chucurí y El Carmen en el Santander de los años cincuenta. El destino cruzado de estos dos hijos de la misma vereda santandereana seguramente dice algo del arraigo profundo de nuestro conflicto.

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